lunes, 20 de diciembre de 2010

La historia de una medalla.

….Y después de muchas visicitudes Francisco llegó a una vieja casa, cansado y demacrado por tantos días de camino, de persecución por el monte, escondiéndose de si mismo con tal de no ser descubierto.

No sabía a donde ir, no hacía más que pensar en su destino, no quería correr la suerte que habían tenido otros de sus compañeros, la situación era más que desesperada y al ver la casa, aunque temeroso, se dispuso a llamar a la puerta.

-“¿Quién llama a éstas horas de la noche ?, - una voz firme se escuchó desde el interior.”

- “Pido posada para ésta noche señor, tengo dinero para pagarla,- respondió Francisco.”

- “Esto no es una posada- volvió a decir el dueño de la casa abriendo de sopetón la puerta, - ¿Qué es lo que viene a buscar aquí?.”

- “Tan sólo busco un lecho donde poder descansar ésta noche señor, llevo caminando muchos días y estoy enfermo, no podré seguir andando sino descanso un poco.”

- “Bien en ese caso- respondió el dueño al observarlo detenidamente y ver que no se trataba de una persona del entorno, - puede pasar la noche aunque a primera hora de la mañana se tendrá que marchar,” - sentenció.

Francisco entró en la casa, cenó un plato de sopa caliente que le supo a gloria y unas naranjas, y pronto se dispuso a descansar en el pajar que había adosado al lugar y en donde el dueño tenía a sus animales.

Pronto cayó agotado por el cansancio, de tal forma que no escucho llegar a la pareja de guardias civiles que todas las noches pasaban ronda por las casas de alrededor llamando puerta por puerta.

-“Buenas noches Pedro, ¿Cómo va la cosa hoy?”.

-“Bien señor, tan sólo un forastero que ha llamado hace una hora, y le he dado posada esta noche, parece no tener mala pinta aunque no me fio la verdad, puede que sea uno de esos maquis que rondan por el monte, ustedes dirán mejor que yo, está ahí en el pajar.”

Al observarlo el guardia cayó en la cuenta de que unas horas antes había perseguido a un tipo por el monte disparándole, éste en cuestión había escapado, pero en su huida había dejado olvidada una medallita de plata partida por la mitad verticalmente y en forma de corazón que representaba la imagen de una mujer.

Francisco que no se percató de la presencia de la pareja no pudo hacer nada por huir y cuando éstos lo despertaron y le obligaron a identificarse, ante la negativa seguramente por la sorpresa recibida, recibió un golpe en la cara con la culata de la escopeta que le rompió el pómulo.

-“¡ Identifíquese he dicho!.....¡ Identifíquese coño!”....le volvieron a zarandear, de repente y debido al forcejeo asomó por el pecho de Francisco una medalla semejante a la que el guardia civil tenia en su cartera, era la otra mitad…Francisco en el monte la había perdido, su pueblo quedaba distante pero tenia la esperanza de darle una parte de la misma a su mujer como muestra de amor y fidelidad a ella en los momentos difíciles.

-“ Dejémoslo no hace falta que diga nada más, es el rojazo al que he disparado esta tarde y se me ha escapado el muy cabrón”…la medallita te delata a que sí ¿?”...sonreía con tono irónico el guardia civil.

Lo sacaron de la casa a golpes y en mitad del camino lo bajaron del coche y allí mismo lo ejecutaron sin mediar palabra alguna dejándolo en la cuneta como a un perro y de paso entre risas uno de los guardias le tiró la medalla a su cuerpo, ya muerto, exclamando:

-Tu fulana se tendrá que buscar a otro!!...jajaj.

Años más tarde, en vísperas de noche buena, Juan se encaminaba en la noche por el camino hasta la ermita, tenía esa extraña “tradición” de ir a ver a la Virgen antes de la víspera del feliz alumbramiento de María, y con él siempre iba la fotografía de su Madre de joven, muy guapa, fallecida ya anciana hacía unos años.

Siempre cuando era pequeño recordaba como su madre le contaba de su padre que fue hombre honrado y generoso, y valiente soldado que combatió en la guerra, pero nunca se había sabido más de él, tan sólo que un día y tras la toma del pueblo por parte de los “nacionales” había desaparecido como si la tierra se hubiera encargado de tragárselo.

Llegó a la ermita amaneciendo el día veinticuatro, el santero al verlo extrañado le preguntó:

-“¿Qué hace usted por aquí buen hombre con el frío que hace?”, sonriéndose.

-“Si le soy sincero vengo todos los años la misma víspera, no sé porque pero parece que la Virgen me da un impulso para hacerlo siempre en ésta noche para luego amanecer aquí bajo sus plantas…..curioso verdad??”...sentenció Juan.

-“Pues sí para que engañarnos, pasé usted que va a tener el privilegio de ser el primer peregrino que la vea hoy en este día tan señalado, si necesita algo estoy en la sacristía ¿De acuerdo?”- dijo el santero.

-“Muchas gracias señor,”- respondió el peregrino.

Orando ante la Virgen de repente observó boquiabierto que del pecho de la Señora prendía una medalla vieja de plata partida por la mitad verticalmente en forma de corazón, con la imagen de una mujer.

Tembloroso cogió la fotografía de su madre de joven y pudo observar que a ella le prendía de su pecho esa misma medalla…. si estaba seguro….era ella misma… la imagen misma de su madre.

Corriendo y con lágrimas en los ojos, corrió en busca del santero: - “¡¡ Señor, por favor, señor!!”....”¿Desde cuando tiene la Virgen esa medalla colgada en el pecho?”, preguntaba Juan llorando.

- “Pues que yo sepa desde siempre, aunque ahora a bote pronto no sabría decirle,” - añadió el santero extrañado ante aquella actitud.

-“¡¡Es la imagen de mi madre señor, según ella mi padre la llevaba consigo cuando combatió en la guerra!!”, -añadió Juan sin poder reprimirse de tanta emoción.

Francisco había fallecido en la madrugada del veintitrés al veinticuatro de Diciembre de un frío año de 1946, a tres kilómetros de la ermita de la Virgen, de la cual era muy devoto, y ahora Juan sorprendido oraba ante Ella…..y de paso…..se reencontraba con sus Padres.

Feliz Navidad a todos.

martes, 14 de diciembre de 2010

Ahora me siento un poquito más cerca de tí......

Cuando cada mañana me rodeo de infinitos y centenarios olivares, y mientras la vara sentencia con golpe seco y certero, el destino del fruto bendito de ésta tierra, es el rocio fresco el que mi rostro baña, como perfume mismo caido de un plateado cielo.

Que bonito y a la vez que duro es sentirse y ejercer como tantos de antaño lo hicieron, de sencillo pero a la vez aceitunero altivo, colocarse la gorrilla campera, remangarse la camisa, y no pensar, tan sólo funcionar y funcionar, para honrar con nuestro trabajo a ésta generosa tierra, bendita y elegida por María.

Y en Maria pienso ésta vez, rodeado de olivares, porque Ella que está a punto un año más de presentarnos al Divino Salvador, cubre con su manto inmaculado, las grandezas de su patria.

Jaén la del aceite, la de la Santa Verónica que ya nombrara Cervantes y a la que asistian como en la Cabeza Serrana, cientos de personas a la catedral para contemplar la belleza del Santo Rostro en olvidados pero a la vez eternos Viernes Santo.
La del cante por soleares y Peteneras, la de los Villancicos de Andújar, esos que ya apenas se llevan, y que inmortalizara para perpétua gratitud de los que nos consideramos amantes del flamenco, el maestro "Gallina", Rafael Romero.

Jaén, la de la Virgen de la Cabeza, la de la Rosa de oro de España, la que despierta cada mañana en éstas fechas, para cubrirse de gloria, por albergar en su historia, tan grata y expléndida verdad, nacida desde sus mismas entrañas.

Jaén, la de los pueblos blancos, la de las danzas y costumbres populares, avezada ella en sus cosas, y manipulada tantas veces por aquéllos que supieron ascender en sus "ámbitos" a costa de la bondad de sus gentes.

Ahora me siento un poquito más cerca de tí SEÑORA, porque tu pueblo está en JAÉN, se llama ANDÚJAR, y de ANDÚJAR Señora mi alma fue predestinada a por tí enloquecer, PORQUE QUISO TU NOMBRE SANTO NACER, en sierras de encinares y madroñeras, desde las atalayas dominantes de la campiña aceitunera, en un bello vergel, ERES COMO YO DE ANDÚJAR MADRE MÍA, SANTO Y SEÑA DE NUESTRA PATRIA, LLAMADA JAÉN.

VIVA LA VIRGEN DE LA CABEZA.