martes, 12 de enero de 2010

En un lugar cualquiera, ante una imagen de María en soledad.

Antes de empezar a leerlo, quiero que lo hagamos con el corazón, para que nunca más Ella, esté donde esté, tenga que presenciar la sinrazón de sus hijos.... con él, quiero rendir tributo y respeto, a todos aquellos que en su día murieron a causa del horror que una guerra fraticida, provocó entre hermanos de sangre y condición.....en una España de dificil convivencia y camino de una reconstrucción muy costosa para muchos, y dolorosa para todos.

Ésta historia está inspirada en un "relato" que en su día "sucedió" en un lugar cualquiera de nuestra conciencia, y ante la imagen de la Virgen de la Inocencia, Patrona de nuestros corazones.

….Y después de muchas vicisitudes Francisco llegó a una vieja casa, cansado y demacrado por tantos días de camino, de persecución por el monte, escondiéndose de si mismo con tal de no ser descubierto.

No sabía a donde ir, no hacía más que pensar en su destino, no quería correr la suerte que habían tenido otros de sus compañeros, la situación era más que desesperada y al ver la casa, aunque temeroso, se dispuso a llamar a la puerta.

-“¿Quién llama a éstas horas de la noche?, - una voz firme se escuchó desde el interior.”

- “Pido posada para ésta noche señor, tengo dinero para pagarla,- respondió Francisco.”

- “Esto no es una posada- volvió a decir el dueño de la casa abriendo de sopetón la puerta, - ¿Qué es lo que viene a buscar aquí?”

- “Tan sólo busco un lecho donde poder descansar ésta noche señor, llevo caminando muchos días y estoy enfermo, no podré seguir andando sino descanso un poco.”

- “Bien en ese caso- respondió el dueño al observarlo detenidamente y ver que no se trataba de una persona del entorno, - puede pasar la noche aunque a primera hora de la mañana se tendrá que marchar,” - sentenció.

Francisco entró en la casa, cenó un plato de sopa caliente que le supo a gloria y unas naranjas, y pronto se dispuso a descansar en el pajar que había adosado al lugar y en donde el dueño tenía a sus animales.

Pronto cayó agotado por el cansancio, de tal forma que no escuchó llegar a la pareja de guardias civiles que todas las noches pasaban ronda por las casas de alrededor llamando puerta por puerta.

-“Buenas noches Pedro, ¿Cómo va la cosa hoy?”.

-“Bien señor, tan sólo un forastero que ha llamado hace una hora, y le he dado posada esta noche, parece no tener mala pinta aunque no me fío la verdad, puede que sea uno de esos maquis que rondan por el monte, ustedes dirán mejor que yo, si quieren echar un vistazo, está ahí en el pajar.”

Al observarlo el guardia cayó en la cuenta de que unas horas antes había perseguido a un tipo por el monte disparándole, éste en cuestión había escapado, pero en su huida había dejado olvidada la mitad de una medallita de plata en forma de corazón que representaba la imagen de una mujer.

Francisco que no se percató de la presencia de la pareja, y por tanto, no pudo hacer nada por huir o reaccionar, y cuando éstos lo despertaron y le obligaron a identificarse, ante la negativa, seguramente por la sorpresa recibida, recibió un golpe en la cara con la culata de la escopeta que le rompió el pómulo.

-“¡Identifíquese he dicho!..... ¡Identifíquese coño!”....le volvieron a zarandear, de repente y debido al forcejeo asomó por el pecho de Francisco una medalla semejante a la que el guardia civil tenia en su cartera, era la otra mitad…Francisco en el monte la había perdido.

Su pueblo quedaba distante, pero tenia la esperanza de regresar con ella y dársela a su mujer como muestra de amor y fidelidad en los momentos difíciles. Él nunca se identificó con ningún bando, pero las circunstancias de la vida y especialmente “donde” le pilló en su día “el frente” al estallar la contienda civil, hicieron de éste hombre, seguramente como tantos otros, combatientes a la fuerza en contra de la sinrazón de una guerra acaecida entre hermanos.

-“Dejémoslo no hace falta que diga nada más, es el rojazo al que he disparado esta tarde y se me ha escapado, afortunado tú que creías librarte de tu suerte ¿verdad?”…¿la medallita te delata a que sí ¿?”...sonreía con tono irónico aquél a quien no conocía de nada y de repente se convertía en certero verdugo aplicando una justicia que atiende más, a la intolerancia, la incultura, y quien sabe si a una vieja cuenta pendiente con algún otro que verdaderamente pudo escapar de su “suerte”.

Lo sacaron de la casa a golpes y en mitad del camino lo bajaron del coche y allí mismo lo ejecutaron sin mediar palabra alguna dejándolo en la cuneta como a un perro y de paso entre risas uno de los guardias le tiró la medalla a su cuerpo, ya muerto, exclamando:

-Tu fulana se tendrá que buscar a otro!!...jajaj.

Años más tarde, en vísperas de noche buena, Juan se encaminaba en la noche, por el camino hasta la ermita, tenía esa extraña “tradición” de ir a ver a la Virgen antes de la víspera del feliz alumbramiento de María, y con él siempre iba la fotografía de su Madre de joven, muy guapa, fallecida ya anciana hacía unos años.

Siempre, cuando era pequeño, recordaba como su madre le contaba de su padre que fue hombre honrado y generoso, y valiente soldado que combatió en la guerra, pero nunca se había sabido más de él, tan sólo que un día y tras la toma del pueblo por parte de los “nacionales” había desaparecido como si la tierra se hubiera encargado de tragárselo.

Llegó a la ermita amaneciendo el día veinticuatro, el santero al verlo extrañado le preguntó:

-“¿Qué hace usted por aquí buen hombre con el frío que hace?”, sonriéndose.

-“Si le soy sincero, vengo todos los años la misma víspera, no sé porque pero parece que la Virgen me da un impulso para hacerlo siempre en ésta noche para luego amanecer aquí bajo sus plantas…..¿curioso verdad?”...sentenció Juan.

-“Pues sí para que engañarnos, pasé usted que va a tener el privilegio de ser el primer peregrino que la vea hoy en este día tan señalado, si necesita algo estoy en la sacristía ¿de acuerdo?”- dijo el santero.

-“Muchas gracias señor,”- respondió Juan.

Orando ante la Virgen de repente Juan observó boquiabierto que del pecho de la Señora prendía una medalla vieja de plata partida por la mitad en forma de corazón, con la imagen de una mujer.

Tembloroso cogió la fotografía de su madre de joven y pudo observar que a ella le prendía de su pecho esa misma medalla…. si estaba seguro….era ella misma… la imagen misma de su madre.
Sin poder entender lo que sucedía, salió corriendo y con lágrimas en los ojos, en busca del santero:


- “¡¡ Señor, por favor, señor!!”....”¿Desde cuando tiene la Virgen esa medalla colgada en el pecho?”, preguntaba Juan llorando.

- “Pues que yo sepa desde siempre, aunque ahora a bote pronto no sabría decirle,” - añadió el santero extrañado ante aquella actitud.

-“¡¡Es la imagen de mi madre señor, según ella mi padre la llevaba consigo cuando combatió en la guerra!!”, -añadió Juan sin poder reprimirse de tanta emoción.

Francisco, su padre, como tantos hijos de ésta nuestra España independientemente de su ideología u condición, había fallecido en la madrugada del veintitrés al veinticuatro de Diciembre de un frío año de 1946, a tres quilómetros de la ermita de la Virgen, de la cual era muy devoto, y ahora Juan sorprendido oraba ante Ella…..y de paso…..se reencontraba con sus Padres.

“A los que la queremos y sentimos como Madre, y nos consideramos a pesar de nuestros defectos y actitudes, hermanos de una misma causa”.

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